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Paraos a pensar 1 minuto y contestad a mi pregunta: ¿estás instaurado/a en la queja?, ¿cuánto tiempo le dedicáis a la queja a lo largo de tu día?

Quién más y quién menos se queja, se ha vuelto en un estilo de comunicarnos: nos quejamos de los vecinos/as, de los hijos, de los maestros, del trabajo, de los políticos, de la pareja o de la no pareja, … Y así podría seguir hasta el infinito. El inconveniente de esta queja recurrente es que se acumula en nuestra vida negativamente y condiciona nuestra manera de relacionarnos con nosotros/as mismos/as y con los demás. En este sentido el psicólogo Joan Garriga afirma “quejarse baja la vitalidad de las personas”. Podemos decir que quejarnos por quejarnos, sin darnos cuenta, nos afecta directamente.

La queja como expresión de un deseo encubierto.

Creo que todos y todas tenemos claro que si nos quejamos es por qué hay algo de nuestra realidad que no nos agrada, ¿ verdad?. La queja seria la punta de iceberg de un deseo insatisfecho. Y como nos es más fácil trasladar nuestro malestar interno a algo que está en nuestro exterior, es cuando entremos en la queja. Dejarnos de quejar significa expresar lo que queremos, nuestros deseos y esto requiere tomar conciencia de lo que queremos y tener el coraje de decirlo. Y, a demás poderlo expresar de la mejor manera, en el mejor momento y con las palabras adecuadas.

Cuando nos quejamos de nuestro jefe o jefa que no me valora, que da por supuesto que tengo que quedarme fuera de horario y sin coste hay un deseo de hablar con el jefe o la jefa para expresarle que mi trabajo tiene un valor personal y económico y que quieres que la empresa lo reconozca. Este punto de vista, la psicóloga Ester Perel, lo desarrolla fantásticamente en el ámbito de la pareja.

Nos victimiza y resta poder a nuestra vida.

Pues si, cuando entramos en el círculo vicioso de la queja nos convertirnos nosotros/as mismos/as en víctimas de nuestras circunstancias. La queja nos encierra en nosotros/os mismos/as y nos debilita. Nos perdemos la posibilidad de conocer mejor al otro/a, nos perdemos la posibilidad de abrir nuestra vida, de actuar activamente para mejorarla y crecer como persona. A pesar, que estemos viviendo realidades muy duras, siempre hay margen para dejar de lado la queja y preguntarnos, ¿qué puedo hacer yo para mejorar mi vida?.

¿Qué podemos hacer para no quejarnos o no quejarnos tanto?

Empezar por nosotros/as mismos/as:

  • Crear nuestra parcela de relaciones positivas.
  • Realizar actividades que me regeneren.
  • Reflexionar que deseo hay detrás de la queja y pasar a la acción.
  • Y, si lo necesitamos, buscar ayuda de un/a profesional cualificado/a.

En definitiva, pase lo que pase en nuestra vida, estar a gusto con nosotro/as mismos/as.

Y cuando sientas que “ya me estoy quejando demasiado, otra vez”, para unos segundos y piensa en 5 partes del cuerpo que estés sintiendo: la cabeza, la planta de los pies, … Este tiempo de focalizarte en otros pensamientos te facilitará un “reset” que te ayudará a comunicarte des de otro lugar más positivo.

Termino con un sabio de mi pueblo, mi abuelo, que siempre decía: “100 quimeras no pagan una deuda”. La queja no va a transformar tu realidad. Tu cambio personal y tus acciones positivas tienen más poder de lo que piensas para dar un giro a tus circunstancias.

Dime, ¿te apuntas a no quejarte durante 1 día? Y explícame como te ha ido.

Hasta la próxima.